EDITORIAL
Si hay una cualidad que caracteriza a las normas es que ofrecen un idioma común a todas las partes interesadas en una cuestión. Al ser elaboradas con la participación de todos los implicados en una materia representan soluciones consensuadas ante necesidades concretas. Son la referencia para que fabricantes, proveedores, usuarios, reguladores, etc. sepan qué pueden esperar de un producto o servicio. Por ello, en contextos en los que es necesaria la colaboración entre una gran variedad de agentes, con distintas visiones, las normas técnicas juegan un papel fundamental. En este número presentamos a nuestros lectores un campo de actividad en el que la normalización es clave para favorecer el desarrollo de un sector.
BIM son las siglas en inglés de Building Information Modeling, una metodología de trabajo colaborativa que está revolucionando la gestión de proyectos de construcción. Y es que implica a proyectistas, constructores, fabricantes de productos y a gestores de inmuebles. Se estima que el uso de esta herramienta puede contribuir a reducir un 20 % los costes de construcción. Está metodología está muy asentada en Finlandia, Noruega y Suecia, y se está extendiendo por toda Europa. En España, para impulsar su implementación, el Ministerio de Fomento creó hace ahora un año una Comisión en la que AENOR participa activamente aportando los trabajos de normalización en esta materia.
Esta propiedad de las normas de ofrecer un idioma de referencia es extensible a cualquier sector de actividad. Estos documentos tienen sus orígenes en los sectores productivos pero acompañando a la evolución económica, cada vez es mayor su extensión en el ámbito de los servicios. Y no sólo en el sector privado, las Administraciones Públicas también confían en ellas para mejorar su desempeño y prestar un mejor servicio a los ciudadanos. Aquí se presenta la nueva versión de la UNE 66182, una norma cuya elaboración ha sido impulsada por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Proporciona una metodología para que los ayuntamientos realicen un diagnóstico de determinados servicios y los integren en sus estrategias de ciudades inteligentes.
Una cuestión a la que están especialmente expuestas las empresas de servicios es a las quejas y reclamaciones de sus clientes. Al mismo tiempo que desvelan la insatisfacción, también son una oportunidad para mejorar el servicio por ello es muy necesario gestionarlas correctamente. Para ayudar a las organizaciones en este camino, el año pasado se publicó la Norma UNE-ISO 10002. Gracias a su adopción, Viesgo Distribución Eléctrica, primera empresa certificada por AENOR según esta norma, ha reducido un 50% las reclamaciones reiteradas y el plazo medio de resolución de quejas recibidas.
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