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AENOR 30 Apoyo e independencia En este contexto, y siendo las perso-nas mayores las directamente afecta-das, es fundamental que tengan ca-pacidad de participación y decisión. Los modos de vida están muy rela-cionados con las acciones que realiza-mos y deben estar acordes con ellas. Por tanto, para promover la acción de envejecer hay que fomentar unos modos de vida basados en el apoyo, la independencia y el empoderamien-to de las personas mayores. La complejidad no reside exclusi-vamente en la acción de envejecer, el colectivo de personas mayores se ca-racteriza por ser el más numeroso de la historia, el mejor educado y profe-sionalmente formado. Actualmente, la población envejece mental y física-mente más tarde que en otras épo-cas, estando de forma más presente y cada vez más activa en la sociedad. Esta realidad debemos entenderla co-mo una gran oportunidad. Hay que darse cuenta del gran potencial que supone una población envejecida, pe-ro con gran capacidad de elección y participación. Por lo tanto, las solucio-nes que aportemos a los problemas que puedan encontrar en la vivienda deben ser lo suficientemente flexibles como para poder dar respuesta a un colectivo complejo y con formas muy distintas de envejecer. La oferta de-be ser tan diversa como la demanda. Hogares más flexibles Lo que caracteriza fundamentalmen-te a las personas mayores en com-paración con cualquier otro colecti-vo social es que sus necesidades em-piezan a superar a su capacidad de adaptación, es decir, su resiliencia es baja y, por tanto, son más receptivos a incorporar cambios sustanciales en el modelo de vivienda. Las personas mayores son las que actualmente es-tán reclamando modelos de vivienda más flexibles, que les permitan cubrir una de sus mayores necesidades y principal demanda: envejecer en ca-sa o como en casa. Atendiendo a esta demanda, se pueden definir a estos modelos de vivienda como: viviendas diseñadas con capacidad de adaptarse a los cambios sufridos por el individuo, así como a las necesidades de asisten-cia y atención, ya sea social o sanitaria derivadas de las mismas, garantizan-do los cuidados durante más tiempo. Además, deben proporcionar una ma-yor autonomía, independencia y po-sibilidad de reforzar su identidad per-sonal mediante la singularización del espacio doméstico. Existen distintas definiciones hechas por especialistas ajenos a la arquitec-tura que se centran en las cualidades que deben tener este tipo de viviendas desde el punto de vista gerontológico o social, como por ejemplo(2): • Promover la independencia. • Reducir el aislamiento social. • Ofrecer una alternativa a los mode-los institucionales. • Ofrecer a los residentes un hogar para toda la vida. • Mejorar la calidad de vida de los usuarios. En cualquier caso, no se puede ac-tuar exclusivamente en la escala de la vivienda sino también en el entor-no urbano. Hay que tener en cuenta que dentro del proceso de envejeci-miento, el espacio próximo, la casa y el vecindario adquieren una dimen-sión primordial, reduciendo el radio de acción de las personas mayores y, por consiguiente, favoreciendo el ais-lamiento. Es esencial trabajar en todas las escalas que comprende el com-portamiento social, haciendo especial hincapié en las que favorecen el inter-cambio y la relación. Se trata de ga-rantizar que los futuros usuarios ten-gan acceso a todo tipo de servicios de forma fácil y autónoma para que puedan mantener los lazos sociales establecidos así como crear unos nue-vos. Es fundamental que las personas mayores tengan acceso a alojamien-tos próximos al entorno en el que han vivido durante mucho tiempo, ya que se trata de mantener cierta ACCESIBILIDAD UNIVERSAL


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