AENOR 16 valores naturales y culturales de éste, de una forma ordenada, segura y que garantice la conservación, la compren-sión y el aprecio de tales valores a tra-vés de la información, la educación y la interpretación del patrimonio. La norma incluye también requisi-tos relacionados con los accesos, los senderos, la señalización, los centros de interpretación, la educación am-biental, las reservas o la gestión de quejas y sugerencias. Sin embargo, la norma no recoge aquellos servi-cios prestados por operadores priva-dos ajenos a la autoridad del espa-cio natural, que prestan actividades y servicios (por ejemplo de turismo de aventura) dentro de ese espacio. Es, sin duda, un tema relevante que po-dría ser abordado en un futuro pro-yecto del ISO/TC 228. Aventura bajo control Es difícil saber cuándo nace el turismo de aventura. Quizás se inició con las grandes expediciones para conquis-tar nuevos imperios, nuevos merca-dos o tal vez con las exploraciones científicas en busca del origen de un río (Livingstone), del mapa perfecto (Humboldt) o del conocimiento de nuevas especies vegetales y animales (Darwin). Probablemente el turismo de aventura se remonte a la prime-ra mitad del siglo XX, cuando se em-prenden las primeras exploraciones a los polos (Amundsen) y a las monta-ñas más altas del planeta (Hillary). Pa-ra algunos, como el alpinista francés Terray, aquellos eran conquistadores de lo inútil, porque no se conseguía nada material, sino el prestigio nacio-nal, la repercusión social y cómo no, el fascinante encanto de explorar lo desconocido. Lo cierto es que el turismo de aven-tura es hoy en día un sector en au-ge, capaz de reinventarse, compuesto por multitud de microempresas que ayudan a dinamizar las economías Las tres normas de turismo de aventura abordan cuestiones esenciales para mejorar la práctica de esta actividad: la gestión de la seguridad; las competencias que debe poseer el líder, y la información a los participantes locales y promueven prácticas soste-nibles, pero sobre todo, es un sector en constante crecimiento. Según un estudio de la consultora IPK, el turis-mo de aventura ha crecido un 32% en los últimos cinco años. Además, es un tipo de turismo que atrae a viaje-ros de alto poder adquisitivo con es-tancias de duración superior a la me-dia, muchas veces fuera de las tem-poradas de mayor afluencia. Tres normas, ISO 21101, 21102 y 21103, abordan tres cuestiones esen-ciales para mejorar la práctica de esta actividad: la gestión de la seguridad; las competencias que debe poseer el líder, y la información a los participan-tes. Aunque pueden ser aplicados de manera independiente, los tres do-cumentos forman un todo integra-do aplicable a cualquier organización y a cualquier actividad de turismo de aventura, independientemente del en-torno geográfico, social y cultural don-de se presta el servicio. La Norma ISO 21101 profundiza en la práctica segura del turismo de aven-tura, exigiendo al prestador que cum-pla una serie de requisitos en todo el ciclo de la gestión del servicio. Duran-te la planificación por ejemplo, se exi-ge la implementación de un proceso NORMAS INTERNACIONALES DE TURISMO
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